Me gusta tener un viaje de trabajo de vez en cuando. Rompes con la rutina, vas a hoteles bonitos en los que te hacen la cama y el desayuno, y siempre te puedes permitir algún capricho, con la excusa de que, total, son dos días... Hoy, el primer capricho, sin salir del aeropuerto: un café con helado. Las calorías de Barajas no cuestan y no cuentan.
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